martes, 28 de julio de 2009

Me he convertido en una máquina.-




Me la encontré sentada sobre las escaleras, entre el tercer y el cuarto piso de mi edificio. Siempre me había llamado la atención su aire distante, su manera especial de vestir, de pasar desapercibida. Nunca asistió a las reuniones de vecinos desde que fuera propietaria. No se la conocían ni amistades, ni familiares, ni novios ni amiguitas. Nada. Nunca hubo manera de esbozar algo o parte de su biografía. Jamás en su piso se escuchó ruido extraño o música alguna, ni alta ni baja.

Mis vecinos con el tiempo, dejaron de hablar de élla, ni mal ni bien. No encontraron manera ni siquiera de inventarse chismes o cotilleos sobre ella. En parte ese fue su triunfo. Supongo también que su fin.

Aquella noche de finales de Julio el calor galopaba por cada rincón del edificio. Salí a la terraza y el aire se había quedado parado, busque agua fresca en el frigorífico y estaba caliente como para preparar un té. Sin saber qué hacer decidí abrir la puerta de mi piso intentando buscar algo más de corriente. Imposible. Además, allí estaba élla.

Los ojos clavados en ninguna parte, en el infinito, el rimel corrido, inmóvil, incluso pensé que no respiraba. Una especie de miedo del pasado se apoderó de mí. Estaba vestida como si viniera o como si hubiera intentado salir para alguna cena de gala, alguna fiesta tal vez.

A los pocos minutos, después de toser en varias ocasiones, ofrecerle agua, té, algún café con hielo...sin encontrar respuesta, me atreví a rozar ligeramente uno de sus brazos para animarla de alguna manera.
Un tanto extrañado comprobé que estaba helada. Sin saber qué hacer me acerqué a ella, reposé mi rostro sobre su hombro y le dije con voz pausada. Como si hablara a esa amiga de la que llevas enamorado toda una vida.

- Llevo tiempo deseando hablar contigo, pero eres muy escurridiza. Comprendo que en este edificio no es fácil hacer amigos. Pero quiero que sepas que mi 4º está abierto para ti, siempre que tú quieras.

Mi oído escuchó con toda claridad, un ligero sonido bien conocido que no supe orientarme de dónde procedía. Tic-tac-tic-tac... Pensé que era un tonto al imaginar que fuera su corazón.
No sabía que estaba ocurriendo. Después todo fue muy rápido, decidí llamar a urgencias, vinieron en pocos minutos. Ella seguía inmóvil, trataron de reanimarla, allí mismo delante de mis ojos, en una de sus manos tenía un papel arrugado que perdió cuando la subieron a la camilla. El sonido de la ambulancia se difuminó en la noche y el calor seguía abrasando cada uno de los rincones del barrio.

Aún conservo aquel papel. Nunca más la volvimos a ver. En noches como esta, busco en la estantería de mi estudio y leo aquel papel aún rugoso, las manos me sudan como si estuviera llorando en silencio, un escalofrío de fuego me recorre la espalda, aquella frase resuena en mis sueños muy a menudo: “ Me he convertido en una máquina”.
posdata: la complicidad como los sueños se transfieren en noches de calor y fuego sobre el asfalto urbano y las musas se encargan de depositar fantasía sobre algunas almohadas...

martes, 21 de julio de 2009

...bukaneros en la city...

La enorme cicatriz que brillaba en su mejilla derecha, en realidad le cruzaba todo su alma. De una parte a la otra, en vertical. Cuando llegaban los cambios de tiempos le dolía de una manera especial. Solía rascarse disimuladamente, mientras los demás andaban distraídos en sus cosas.

Su dedo índice la repasaba una y otra vez, aunque con disimulo, porque desde el primer día se juró no olvidar aquella marca. Aunque tampoco era conveniente que nadie pensara que esa podría ser su debilidad. Sólo esperaba el mejor momento para una venganza apropiada. Todos tenían que saber que él era el más temible y cruel de todos los bucaneros. Los que vivían aún, los que habían muerto en tiempos pasados, e incluso más que los que habrían de nacer en otros tiempos futuros.

Mórgan, aquella mañana tras levantarse, escupió sobre el suelo de madera, se rascó la entrepierna porque las ladillas no paraban de picarle, y aún bostezando pidió ron caliente y que alguien le trajera la vieja pipa encendida.

El día se había levantado azul brillante, una suave brisa con sabor salado y a mar abierto le golpeaba el rostro agrietado, reseco y sin afeitar. Unos cuantos marineros huyeron cuando oyeron subir por las escaleras al capitán. Le precedían unas toses secas, el ruido de sus botas y como le sonaban todas las armas que colgaban de su cinturón, siempre a mano para entrar en batalla cuando fuera preciso. Dos enormes pistolas, siempre cargadas, un par de espadas, una a cada lado, y al menos, que se viera a simple vista tres puñales con diferentes formas. Sobre su hombro, casi siempre, una asustadiza cacatúa a la que llama Heleen.

La cubierta permanecía en solitario, el barco navegaba a una velocidad perfecta, como si se dejara llevar sólo, sin tripulación alguna, en busca de sirenas y tesoros.

-Me acabo de levantar, es que no hay nadie por los alrededores???...Nadie piensa decirme nada???...Ya sabéis que no me gusta estar solo...dónde se mete la gente en este maldito lugar??? O es que queréis que para desayunar cuelgue a alguien de la vela mayor???...Vamos... venid aquí de inmediato...

-Shhhhhhhsssssss!!!!....Calla, Jaime...qué haces dando gritos a estas horas...como despiertes a tu padre...seguro que te manda a lavar otra vez el coche...anda...calla y tómate la leche con los cereales... qué tal has dormido???...anoche te oí gritar, parecía que tuvieras una pesadilla, si es que ya te he dicho que lees libros y más libros... un día de estos de pasará algo como a Don Quijote...anda...come que esto te sentará bien...
-Como quieras mi bella Dulcinea...

-Si te oye tu padre...anda no digas más bobadas, calla y tomate un buen desayuno que es lo que necesitas.

El mar estaba, al fin, en calma, el horizonte dibujaba una línea delgada azul y en el cielo un sol de justicia calentaba las velas de un barco que invisible recorría los mares del otro lado del infinito. Robarían los tesoros escondidos y amontonados por todos aquellos usureros y comerciantes que a su vez antes robaron en cualquier parte del universo. El olor a ron, sal y viento fresco se mezclaba con los deseos de poder besar a una bella mujer la próxima vez que atracaran en puerto.

el vecino del 4º

posdata: las fantasías que nacen de las lecturas fantásticas son indescriptibles...es un placer que va más allá de cualquier lugar y que permanece en nuestro interior, junto a los mejores secretos sin duda...

martes, 7 de julio de 2009

Cerrado temporalmente...por obras...



- Cómo???... en plena crisis macro-mundial-interplanetaria y usted también cierra???...


- Fíjese bien...el cartel pone "por obras"... y sólo "temporalmente"...


- Vaya!!!!...osea que al fin se quita la máscara, nada de melacólico escritor de tres al cuarto, nada de poeta rancio y pendenciero, nada de libre pensador y domador de sueños y fantasias, nada de aprendiz de poeta y soñador de la luna y musas varias... Al fin salió del armario para poner ladrillos al campo...


- No vera, no he entrado en el mundo del ladrillo. Estoy en obras por dentro.


- Cómo por dentro????...en su piso???...en su 4º?...osea que le tocó la lotería, o mejor aún, heredó???...es eso.... y alaaaaaaaaaaaaaaa... a dilapidar el dinero... ahhhhhhhhh!!!!!... veo querido vecino que no es usted lo que yo pensaba de usted. O????...peor aún, no se habrá dado al juego o al tráfico de drogas... y como no sabe qué hacer con el dinero...alaaaaaaa!!!!... a meter mármol en su 4º. En fin...me decepciona.


- No hombre no, verá, estoy en obras en mi cuarto trastero y personal , en mi propio cuerpo, en mi alma que ni tengo, ni busco ni encuentro. Estoy en obras en mi propio ser, en mi propio nacimiento. Necesito obrar entre mis silencios, entre mis dudas, entre mis sueños.


- Y dígame vecino, cómo se hace eso???...


- Pues????...la verdad, no sé, ni preocupa, ni me quita el sueño. Acopiaré cemento de deseos, escayola de recuerdos, ladrillos de besos...y con las herramientas que siempre me dieron los versos, seguramente, abriré algunas ventanas en el sótano del tiempo, pondré suelo de madera de roble a las palabras que anidan entre los lamentos, seguramente tumbaré los muros de las mentiras envueltas en papeles de colores, haré desaparecer puertas viejas y armarios de malos sueños...y si me queda presupuesto...estrenaré cuerpo nuevo...haré botellón de versos y besos...


- No le entiendo vecino, le juro que cada vez menos...


La tarde era de Julio, de una año tan incierto que ni recuerdo. Me crucé con mi vecino en la escalera, siempre tan curioso, siempre tan indiscreto. No sé por qué me dió por contarle lo que llevaba dentro, lo que me surgió sin control, sin sentido, pero con mucho sentimiento.

La tarde era de julio, una hora maldita para arrastrar los cuerpos entre el asfalto y el hierro, el calor el peor de los demonios que se te mete dentro. Mi vecino se alejó mascullando mis reflexiones, se perdió a lo lejos. Yo sigo caminando hacia mi 4º. Hoy parece más arriba que nunca, más lejos que de costumbre. Es el calor que se nos metió tan dentro.


La ciudad grita en silencio quemada por un sol canalla y pendenciero. A lo lejos quien tiene una sombra gana dinero.



El vecino del 4º


posdata: aquí no hay playa...en madrid el asfalto se vuelve salvaje y traicionero, yo estoy pensando en el autodestierro...