
Abril, se ha metido en Madrid, como un elefante en una cacharrería. Ha levantado la falda de todas las muchachas. Ha roto el paraguas del señor Julián que ha blasfemado en el nombre de todos los dioses. Los barrenderos andan de aquí para allá recogiendo restos de hojas y papeles de todos los colores.
-Me cago en to. Este puto abril, con más agua de la que necesitamos, y con más viento del que puedo soportar. Y encima, me jode el paraguas este de mierda. Andrés si ya te lo decía yo, por tres euros sólo te venden humo. Ahora vas a reclamar al ministerio del aire.
En este abril, soliviantado, con viento, granizo y sol. Todo mezclado en uno. El café Gijón sigue siendo un refugio para soñar por unos instantes.
Dos camareros en la barra de una hora mágica de media mañana, el local no está repleto, ni demasiado ruído ni un silencio incómodo. Cuchichean de sus cosas, como si nadie pudiera escucharles.
- Mira Pablo, élla espera a su amante...ves???. Fíjate cómo mueve las piernas inquietas, lo ves por debajo de la mesa?. No puede parar. No acaricia la taza, no mueve el café, no centra su mirada en nada, ni en nadie.
- Pues no sé, yo no veo tantas cosas. Van a ser imaginaciones suyas señor Andres.
- Pablo, tienes que fijarte, aquí, en este café centenario pasan muchas cosas. Pero hay que saber mirar.
En el local entra un tipo cualquiera, ni alto ni bajo, un tipo que bien podría pasar invisible entre cientos de gentes. Ni mal vestido, ni luce marcas. Los camareros sin prestarle demasiada atención esperan a ver dónde se sienta. El Gijón apenas tiene cuatro mesas ocupadas.
Se dirije a la mesa de la chica solitaria, e inquieta. Una mujer de una belleza especial. Unos rasgos sutiles, de líneas delicadas, entre la timidez infinita y la sensualidad contenida. Élla lo descubre y todo su cuerpo se recompone.
- Mira Pablo. Esperaba a ese pájaro. No me lo puedo creer. Cuántas mañanas se tira los ratos muertos, escribiendo sobre todo el papel que se le pone por delante. Uno de esos bohemios que no se comen una rosca. Y para compensar no dejan de escribir versos en cualquier sitio.
- Usted qué sabrá señor Andrés, igual es un fiera con las mujeres.
- Ya. Igual que tú. Anda fiera, dale un momento y después te acercas a preguntarle " qué va a tomar el señor".
El se acerca con las gafas de sol puestas, poco a poco, como si quisiera ir observándola a cada metro que avanza. Se detiene y parece como si disfrutara de esa imagen de una mujer que espera, atenta, deseosa del encuentro. Al llegar a la mesa la atrapa las manos, inmóviles. Sin hablar, sin dejarse de mirar. El la besa aún depié y sin pedir nada pasan un buen rato, sin hablar, sin soltarse las manos, sin hablar.
Cuando Pablo se acerca a preguntar que va a tomar él. Ella susurra que café solo también. El mete una de sus manos en un bolsillo y saca una vieja pluma estilográfica. Toma una servilleta y comienza escribir como si nadie le estuviera mirando. Pero Pablo que tiene buena vista empieza a leer las primeras palabras y no puede dejar de mirar. Ella garraspea delicadamente y se disculpa y se aleja. Apenas ha entendido nada, pero le ha parecido algo muy bello.
" en el centro de universo ha nacido un sólo verso
repleto de sueños invisibles que danzan como ángeles y vírgenes
muchacha de ojos de luna el camino se hará largo y lento
entre tus besos y el universo sólo necesitaré más tinta y más papel..."
Cuando Pablo llega a la barra, antes de que diga nada.
- Ves Pablo. En este lugar la poesía, las musas, la belleza y el sexo están por todos los rincones.
- Tonterías, ponme uno solo.
Al poco tiempo el local se va llenando, los camareros al tajo. Ellos, en la mesa del fondo se devoran con las miradas. Pagan y salen sin prisas. Sin saber si volverán de nuevo.
- Gracias Amaya, eres mi mejor y mi más fiel amiga. Sin duda también de las más bellas. Llevo tiempo dándole vueltas a esta escena. Gracias por fingir ser mi amante. Hubo un momento en que comprendí que ya habían picado los camareros, casi se me escapa una gran carcajada. Has estado enorme. Una actuación perfecta.
- Tonto, sabes que puedes contar con migo para tus locuras. Por cierto sigues sin querer vivir con ninguna de tus musas?...
- Y tú sigues viviendo con tu arquitecto preferido?...Tenemos que cenar una noche de esta juntos...
- Siempre acabas diciéendome lo mismo, pero después pasan los meses hasta que nos volvemos a ver.
- Lo sé Amaya. Pero eso no importa. Siempre acabamos volviéndonos a ver. Como si hubiera sido ayer.
Abril y Madrid se han fundido en uno. Ellos bajan por la Castellana, hacia el retiro. No les preocupa que el agua les moje. Las gentes corren para refugiarse en los portales. Ellos rién por la última de las travesuras. El tiempo ahora no tiene esfera ni minutos. No suena tic-tac, el agua corre y salpica todos los recuerdos que ambos guardan en algún lugar de su corazón.
Posdata: en abril nacen sueños entre el agua que corre hacia el manzanares para refugiarse lejos del asfalto y cemento...
El vecino del 4º
Una pequeño cuento dedicado a una mujer que sigue abriendo los ojos , tanto como puede, cada vez que lee un verso o una historia que la transporta al otro lado del universo...