jueves, 23 de febrero de 2012

último escalón...




El sudor me recorre la espalda, la frente va virtiendo gotas sobre mi rostro y el aliento creo que comienza a fallarme por momentos. No recuerdo por qué decidí subir estas escaleras pero ya no soy capaz de dar la vuelta. El corazón bombea cada vez más rápido, creo que las fuerzas me faltan pero haré un último esfuerzo. No debe quedar mucho, en realidad, me estoy dando cuenta en estos instantes que llevo toda la vida subiendo por esta escalera. Ahora sólo quiero llegar a su último escalón.



Un música de fanfarrias suena estrepitosamente, una luz cegadora se asoma en lo más alto. Creo que he llegado. Me explican que no es buen momento para las buenas gentes, que aquí también están con las malditas reformas, que han tenido que hacer un ERE en el cielo y que no sólo se están deshaciendo de los mejores, además quieren quitarse de encima unos cuántos ángeles. Me insinuan que lo mejor es que me de la vuelta y vuelva por donde vine.



Si el mismísimo cielo ahora es casi un infierno...qué haré cuando vuelva???...



El olor a azufre lo inunda todo, el viento helador de la noche se me está metiendo en los huesos, buscaré una cueva para descansar un poco. Procuraré soñar con alamedas y amapolas. Mañana será otro día.




El vecino del 4º
posdata: las fronteras de lo real y lo imaginario se están desdibujando...como en "Momo" los hombres grises parece que van ganando la partida...pero sigo pensando que volverán a perder la partida...





sábado, 4 de febrero de 2012

No tiene perdón de Dios.



Usted no tiene perdón de Dios. Eso fue todo lo que tenía que decirme el director del departamento de personal al entregarme al tiempo la carta de despido. Ni siquiera se molestó en desearme buena suerte ni darme más explicaciones con lo fácil que es ahora con la crisis. Así estaban las cosas. A ver quién le dice ahora a mi esposa que soy un más entre los cinco millones de parados.
De camino a casa me perdí buscando una frase para anunciar la desgracia a mi familia.
Sólo reaccioné siete días después cuando escuché en la radio del mendigo que estaba sentado a mi lado cómo mi hijo decía llorando.
-Papá, sabemos que te han despedido. Vuelve a casa. No pasa nada. Mamá tiene una noticia que darte muy importante…
-Cariño, nos ha tocado la lotería. Somos ricos, vuelve a casa. Te queremos mucho.
El corazón casi se me sale por la boca. Al llegar a casa todo había sido una mentira piadosa para que volviera. No sé cómo vamos a salir de esta. Cuando me contaron que todo había sido idea de mi familia, les miré con aquellas lágrimas en sus rostros. Sólo salió de mi boca.
-No tenéis perdón de Dios.

El vecino del 4º
24 Enero 2011

posdata: a veces repetir los que nos cuentan es lo único que se nos ocurre. No siempre es útil.