sábado, 26 de mayo de 2012

Sin pensarlo dos veces.-


El poeta abrió su costado con la pluma, untada en la tinta de los sueños de los últimos mil años. Quería dejar un poema escrito no sobre papel. En su propia sangre, en su propia vida. En el más abosoluto de los interiores que jamás había tenido a su alcance. Quería expresar sólo para él cuánto la amaba, cuanto tiempo duraba el martirio de no poder poseerla cada vez que su cuerpo lo pedía. Quería contar con detalles infinitos cómo los deseos caminaban más rápidos que sus intenciones, más audaces que la realidad siempre estrecha y corta de miras. El poeta abrió su costado con su vieja pluma y murió desangrado. Sin dejar de mirar al horizonte a traves de una ventana abierta al infinito dónde la luna dibujó una mueca y una lágrima cayó sobre la tierra para dejar su huella para siempre.

El inspector no daba crédito a los hechos, había conocido muchas maneras de suicidarse pero jamás hubiera pensado en lo que había visto aquella noche. Camino de casa la gente seguía paseando por las calles como si nada hubiera ocurrido.

El vecino del 4º

posdata: murió mucho antes de morir, desde el primer día que supo que la amaría hasta el final de sus días sin poder tocar sus mejillas, sin poder entrar en sus sueños pasando por su cuerpo.-