lunes, 30 de noviembre de 2009

Enigma, sin memoria...




Se sentó en aquella salita de espera sin saber bien por qué.


Pasaron unos minutos que se le hicieron eternos. Y al entrar al despacho, ante sí descubrió una extraña neblina grisácea, un silencio con olor a incienso pesado. El suelo cubierto de una moqueta que parecía atraparle poco a poco. Puede que quién le recibiera fuera la mejor profesional, educada, elegante, incluso podría transmitir sosiego y seguridad. De poco le servía a él.




- Dígame. Qué le ocurre. Esté tranquilo, sólo hablaremos unos minutos.

- No recuerdo nada.

- Está seguro?...nada de nada???...




Y así fué como comenzó a describir a una extraña que miraba atenta mientras anotaba en un bloc, que efectivamente no recordaba nada. No sabía su nombre, no sabía dónde vivía, no conocía ni siquiera el nombre de la ciudad. Fecha de nacimiento. Amigos. Trabajo. Costubres. Gustos.Nada.


- Bien, es normal, a veces ocurren estas cosas. Podría intentar recordar algo???...

- Le dije que no recuerdo nada. Bueno si, un momento. Llevo toda la mañana recordando una mujer. Creo que tomamos un café en un café centenario, de poetas o algo así, no dejé de mirar su discreto escote. Es como si ella me conociera de toda la vida. No recuerdo si nos besamos, pero el sabor de sus labios quedó en algún parte de mi ser. Sin embargo no recuerdo quién es ella, quién soy yo. No recuerdo nada.


La tarde se desvane entre un tiempo de incertidumbre e impotencia al no encontrar respuestas a más preguntas. El gris de la ciudad se mezcla con la oscuridad de la noche. Nada. La Doctora se aleja y al fondo se escucha sutilmente cómo habla con alguien por teléfono.


-Parece una persona normal, amable y sencillo. Deben recogerlo ustedes, en mi clínica no nos hacemos cargo de estas situaciones. Creo que volverá a recordar, es cuestión de tiempo. Denle papel y lápiz, parece que se interesó en mi bloc de notas, puede que le ayude a recordar.


El vecino del 4º


posdata: y de repente????...quién no perdió la memoria???...
información adicional: a los pocos días, el tipo seguía sin recordar nada de nada, pero se pasaba el día entero garabateando poemas en un bloc que a menudo tenían que reponer...

jueves, 26 de noviembre de 2009

princesa azul




Ella está sentada frente a una ventana, intentando mirar más allá de sus miedos. En realidad vive arrodillada, arrinconada, atropellada sin que nada ni nadie se percate.


- Soy un desastre, no llego a tiempo a nada, no puedo con todo y además nadie me entiende. Nadie parece darse cuenta que detrás de este maquillaje hay heridas invisibles que duelen más y más, cada día, cada segundo.

- Mamá, mamá qué estás haciendo???...

- Nada hijo, pensando en mis cosas...

- Estás más guapa que la princesa del cuento que hoy nos contaron en el cole.

-Hijo, no hagas caso a tu madre...ellas siempre piensan en tonterías, anda ven y acabemos el partido en la consola, que mañana lo veremos en el palco como dos campeones.

Una princesa azul, disfrazada de mamá buena, bella y silenciosa. Invisible para el resto del mundo, con una sonrisa frágil y quebradiza. Encerrada para siempre en una caja de muñecas con ventanas de cristal y acero. Encerrada en una cárcel de oro, con temor a que cualquier día será arrojada a un rincón como un juguete roto más.
Piensa en sus cosas y mientras, el alma que no encuentra, que no sabe dónde está, le duele más que si la hubiera vuelto a golpear por pensar en sus cosas.
El día es soleado, las calles ondean pancartas, en la radio alguien teoriza, con berborrea exhultante, sobre los malos tratos, sobre la violencia de género... Ella mientras, clava sus ojos en el horizonte en busca, tal vez, de un agujero negro que la transporte a un mundo sin príncipes azules.

El vecino del 4º


posdata: violencia de género=tolerancia cero.

martes, 17 de noviembre de 2009

fruta fresca...

Se cruzaron sus miradas mientras ella pedía zanahorias, limones y unas patatas, pequeñas, de las de cocerse enteras y con piel para después incorporar a una ensalada.
El esperaba su turno, como si estuviera en otro lugar, mil kilómetros más allá de una conversación, que le parecía como siempre, aburrida, lenta y endiabladamente repetitiva. Parece que siempre se habla de lo mismo, y la gente no se cansa. Aunque al mismo tiempo, siempre se esté pensando en otras miles de cuestiones.
No llega el otoño este año, y cuando llegue nos quejaremos todos. El gobierno tiene la culpa de todo lo que pasa, incluso de lo que vaya a pasar, o de lo que aún no ha pasado. Qué poco le importaba todo lo que escuchaba, sin interés, aquella mañana entre las coles, las lentejas y las manzanas.

Ya en la caja, sus manos se rozaron un sólo instante. Un roce expectacular, como si quedaran atrapados por la epidermis.
Salieron juntos, ella terminó primero, a él le sonó el teléfono y con gestos rápidos avisó al frutero que más tarde volvería. Fue lo único que se le ocurrió para ir tras ella. Además, con gestos un tanto atropellados también, la indicó que la acompañaba que iban en la misma dirección, que le dejara unas bolsas y así repartían el peso. Todo un detalle. Cortó la conversación del móvil sin darle mayor importancia.
-Bien, nos vemos esta tarde, adios, tengo cosas que hacer.

Vivían en la misma calle, alguna que otra vez, habían coincidido por el barrio, en la fruteria, en el quiosco, en el bar de la esquina. Pero nunca se hablaron. Ahora subían por la misma escalera, y antes de entrar en su piso las lenguas se enredaron como si nada ni nadie pudiera separarlas, allí mismo, en la puerta, sobre la alfombra, de ella, que tenía una luna guiñando uno de sus ojos.

Las manzanas rodaron por el suelo, nadie las prestó atención... El rellano del tercero olía a manzanas y mandarinas. También a sexo rápido como la luz. El cerró los ojos buscando sus pechos con una de las manos, con la otra aún sujetaba la bolsa con espárragos y setas tiernas. Cerró los ojos buscando más allá de las telas y los deseos. Buscando ese placer infinito que cada inesperado encuentro sexual ofrece. Saboreando hasta el último instante ese sabor dulce del sexo precipitado y urgente.

- Eh????...amigo...te dije que te gustaría el kaqui, está en su punto???... No es neceario que cierres más los ojos, no disimujles, ella ya se ha ido hace rato. Si no te conociera, se diría que te has quedado ido y que ella te vuelve loco ... Te pongo lo de siempre o no???... Anoche volviste a acostarte tarde???... llevas una vida, que más quisera yo. Pero no estoy seguro que le des al sexo todo lo que necesitas.

- Sí, sí...el kaqui está tan dulce como uno de los mejores besos, sin lugar a dudas ...ponme lo de siempre. Ella???...dices que se ha marchado...quién es ella???...
- Ya, ya...

Como tantas otras veces ella había escurrido el bulto. Sin ser descortes, pero distante. Ya no estaba. Llegó a su casa, dejó las bolsas en el pasillo, cerró la puerta y todas sus cerraduras, se sentó en el sillón del salón. Cerró los ojos, se mordió el dedo indíce y una de sus manos la pasó por el centro de sus deseos. Lentamente. Como deseaba dejarse arrastrar por el tipo que se quedó esperando turno en la frutería, mirando al suelo como un adoslecente tímido y sonrojado. Pero no quería parecer una buscona. Sabía que era cuestión de saber esperar. Sin embargo llevaba varios días de abstinencia y no pudo evitarlo. Cerró los ojos y pensó en él mientras sus dedos jugaron hasta el final.

Mientras, el pagó sin rechistar. Se despidió, llegó a casa y colocó toda la fruta mientras sonaba Louis Armstrong a todo gas. Se sentó delante de la agenda y no supo a quién llamar.
El día en la ciudad no tenía nada de especial, el humo gris dibujaba musas y vírgenes insaciadas sobre el horizonte. Mientras, los perros del barrio buscaban por las esquinas las pistas que aún recientes olían a todo lo que un perro necesita. Los pensionistas miraban de reojo a las jóvenes que paseaban, también a las viudas más apetecibles. Los camiones que paran en la zona para la descarga, se amontonan por momentos, traen más alcohol para un fin de semana que se presiente con sabor a fruta fresca.
El vecino del 4º
Posdata: a veces cuando miro desde mi 4º piso y veo todas estas pequeñas historias...me dan ganas de gritar al mundo que vale la pena dejar los discursos inacabados de lado y centrarse en vivir, al menos, un pequeño sueño al día...aunque sólo dure unos instantes...aunque no vuelva a repetirse nunca más...
besos desde el otro lado de la luna...
desde el otro lado de la ventana...



miércoles, 4 de noviembre de 2009

un instante...




A su mujer le dijo que el día sería terrible. Una reunión encadenada a otra, tal vez incluso tendría problemas para comer. Llegaría tarde o muy tarde.


A su amante le contó que su mujer estaba en guardia y que no podría quedar con ella. Que sería conveniente dejar pasar un tiempo.


A la nueva chica de la oficina, esa jovencita que intenta disputar el lugar con su amante, le contó que tenía que ir al dentista y que no podría pararse a tomar un café a la salida del trabajo. Que mejor otro día.


A sus amigotes les contó que no podría quedar para las cervezas y la partidita, que tenía averiada la caldera de la casa y que el técnico llegaba a la tarde. No se fiaba y no quería que le engañaran en la factura. Eso lo entendieron sus amigos. La cosa no está para tirar el dinero.

A su hijo le prometió que al día siguiente irían a la piscina. Unos largos, unos de brazas, de espalda, unas risas...en fin...


Al conserje, le cambió la reunión prevista para revisar los presupuestos del edificio, mejor la siguiente semana.

Aquella tarde, el tipo acabó teniendo un tiempo para sí, para nada. Para ver cómo comían las palomas pedazos de pan duro. Aquella tarde miró al horizonte, sin prisas, sin tener que dar más explicaciones. Un instante de tiempo para no tener que seguir mintiendo a nadie. Desconectó el móvil, fumó sin mirar el reloj. El estanque de patos parecía un espejo donde pudo ver pasar su vida entre el murmullo de los paseantes y los timbres de las bicicletas.


El vecino del 4º

posdata: las mentiras acaban contruyendo escaleras con peldaños en los que se tropieza sin poder evitarlo...