lunes, 24 de noviembre de 2014

cien veces te quiero...

Le había escrito cien veces sobre su espalda te quiero, con el dedo índice mojado en agua de mar. No era un castigo, era un juego inocente, aunque no tanto. El tiempo pasaba lentamente y la tarde anunciaba sombras y secretos. Ella no dejaba de moverse acompasadamente sobre la arena, tal vez distraída, distante pero también un tanto  cómplice. 
El hielo de los vasos pedía salir pitando hacia el mar para no molestar a la parejita. El viento acariciaba los silencios y los suspiros contenidos de ambos.

Sin avisar Helena volvió, más pronto de lo previsto.

- Hola gente. Si no fuerais vosotros, diría que mi marido le está tirando los tejos a mi mejor amiga. Y que ella está esperando el momento para saltar sobre él.

Unas risitas nerviosas se las llevó el viento junto a una bolsa de frutos secos que los nenes de al lado habían dejado abandonada en la playa.

- No olvidéis nunca que al ser médica de urgencias, en cualquier momento estaréis en mis manos.

Las carcajadas de Helena rodaron mar a dentro, una broma amenazante que jamás olvidaron.


El vecino del 4º

posdata: vivieron felices y comieron perdices eternamente...cualquiera corría una aventura...jajajajajja...



miércoles, 12 de noviembre de 2014

Acorralado...

Con la excusa de mostrarle el informe definitivo, tras siete borradores, ella bajó a su despacho dispuesta a todo. El tenía fama de abeja zangano que pica de flor en flor semana sí y semana también. Desabrochó dos botones  deliberadamente, subió un poco más la falda, y en el último momento abrió la ventana para que el aire helado marcara sin rodeos sus dianas. El maquillaje perfecto, los labios brillantes y un perfume discreto,  puesto a tiempo, dosificado con precisión. No podía fallar.  

Al entrar en su despacho el aroma era tentador, una música suave invitaba a dejarse llevar. Javier saludó como una boa constrictor, sus ojos escanearon a la velocidad de la luz la impresionante figura. No pudo resistir a humedecerse los labios con poca discreción.  

Ella cerró la puerta dejando a la vista su silueta guerrera. Para evidenciar más aún lo que vendría, bloqueó el pestillo y con una sonrisa extrema se sentó frente a él. 

- Bien Javier, he oído hablar mucho y muy bueno de tí. Das todo por la empresa y además de eficacia alardeas de pasártelo bien. Muy bien. 
- Bueno, seguro que exageran...

Javier ya se relamía, y comenzó un ritual más que ensayado. No te importa que me quite la chaqueta, los de mantenimiento no controlan la calefacción, acércate al otro lado de la mesa y veremos mejor el informe, tengo nuevas correcciones,  una mano que se desliza para coger un lapicero, ahora le recoge el pelo. El plan iba dando los pasos hasta llegar a culminar el ataque. Pero algo inesperado dejó a Javier inmóvil.

- Bien Javier, hasta aquí hemos llegado. Soy la jefa, no una de esas niñatas a las que te tiras y después presumes de ello en cualquier barra de bar. En concreto en el pub de mi cuñado. El informe es una puta mierda. Además, he investigado a fondo, y ni siquiera eres un buen amante, según van contando ellas. Pero reconozco que hoy harás una cosa bien hecha antes de que termine el día. Porque seguro que aún tienes ganas verdad?.
- Claro jefa...con usted me dedicaré a fondo. Será algo especial.
- Veo que sigues sin enterarte de nada. Quiero que recojas tu despacho bien. Que no dejes nada. Y que no vuelvas a pisar el edificio nunca más. Podrás hacerlo?... o llamo a seguridad ahora mismo y te sacan arrastras y apaleado?.

Javier, apenas pudo tragar saliva. Fue eficiente, pulcro y rápido como jamás lo había sido. Desapareció para siempre. Hoy, tres años después como todos, sigue en la cola de paro. 


el vecino del 4º

posdata: no todos somos iguales. 



martes, 4 de noviembre de 2014

alfombras para las calles.-


La noche había sido fría, heladora. El viento cortó las esquinas como cuando los sables hablan sin control. A lo lejos unos tambores  resonaban con insistencia, cada vez con más fuerzas.
Las cortinas de los edificios comenzaban a abrir y cerrar sus ojos como si no creyeran lo que estaba ocurriendo.
El presidente no se había vuelto loco. Tomó una decisión y lo contó en su primera comparecencia televisiva, en directo.
De ahora en adelante todas las alfombras de los castillos, de los museos, de las grandes, centenarias e ilustres instituciones. Sin excepción alguna, habían sido nacionalizadas y donadas a las gentes del pueblo. De ahora en adelante estarían, para siempre,  en las calles de los barrios más humildes. El invierno era helador pero pasear por las calles, al menos, tendría su recompensa.

La fiesta de las alfombras duró tres días oficialmente, pero nadie olvidó aquella su primera medida como presidente del gobierno. No iba en su programa electoral, pero nadie se quejó.

el vecino del 4º

posdata:   gobernar y soñar aún es posible.-