lunes, 14 de junio de 2010

te voy a contar un cuento Carlitos...



Mira Carlitos, debería contarte demasiadas cosas sobre nuestras posesiones, nuestra gran casa y sus alrededores, toda la historia de nuestra familia, tremendamente rica desde hace muchas generaciones. Como cuando el abuelo te cuenta, una y mil veces más todas esas historias detallándote la inmensa fortuna que tenemos, toda la gente que trabaja para nosotros. Pero hoy Carlitos quiero contarte un cuento. Me apetece más.

-Vale papá, a mí, lo que más me gusta, siempre, son los cuentos.

Verás, Carlitos, un día cualquiera, habrá un día, tal vez dentro de poco. Que el mundo comenzará a cambiar, será algo muy distinto al que conocemos. Es un cuento, no como esos cuentos de toda la vida, que siempre empiezan con el aburrido... "había una vez hace mucho, mucho tiempo". No, éste, Carlitos, es un cuento de... habrá una vez, tal vez dentro de poco...

-Sigue, sigue, papi.

Pues bien, habrá una vez, tal vez dentro de poco, quien sabe si quizás mañana, habrá un momento en el que ocurrirá un hecho fatástico que tal vez haga que el mundo comience a ser diferente, a oler diferente y a pensar diferente, incluso a vestirse diferente... te imaginas Carlitos?... Porque nuestro planeta tierra, nuestro mundo, también hace todas esas y muchas más. Habrá un día, en el que por la mañana temprano, vendrán a la tierra miles de musas desde algún lugar lejano o cercano, no sé bien. Las musas, Carlitos, son las que inspiran a los poetas y poetisas, son las que les chivan las poesias o parte de las poesias, te hablo de todos esos versos y poemas que tanto le gustan a mamá. Son las musas las que les silvan a los oídos de los poetas y poetisas en un idioma extraño cada verso, y después ellos y ellas escriben esos poemas tan bellos. Has notado que cuando mamá está triste y distante, se retira, se aleja a la habitación del fondo, esa que tiene tantos libros tan antiguos, y allí busca estar sola, aveces se pone una música extraordinaria de Vivaldi, de Mozart o de J.S. Bach y es entonces ... cuando coge un libro de poesía y si te acercas sin apenas hacer ruído, ves entonces que sus ojos brillan como nunca...

-Si papá, cuando mamá lee poemas, incluso parece más guapa. Pero sigue, sigue...

Ese día, pues, las musas contarán algunos secretos a los poetas, y a las gentes de los pueblos, y de las ciudades y como por arte de magia, sin saber bien cómo... empezarán a pasar cosas increibles.

Por ejemplo toda la gente irá a los bancos, esos lugares donde todo el mundo se obsesiona con guardar y guardar dinero y más dinero, sin saber bien para qué. Los hay también que sólo piensan en pedir dinero prestado a los bancos, aún no saben por qué.
Ya sabes, Carlitos, que si vas a un banco para que te presten cien euros, cuando intentas devolvérselos, ya no les debes cien, son muchos más.
En cambio si guardas cien euros, cuando vas a buscarlos, tienes poco más... y si andas poco listo, te puedes quedar sin nada.
Pues bien, ese día la gente irá a los bancos y sacarán todo su dinero, y lo amontonarán frente a sus puertas y en las plazas, y sin pensarlo dos veces quemarán todos sus billetes. Ese día el dinero dejará de existir porque la gente habrá aprendido que no vale para nada. Y entre un humno gris y las risas y los bailes habrá una fiesta como nunca hayas imaginado ni vivido.

Ese día además, las gentes se animarán, y con un arma secreta que las musas les darán...

- Qué arma papá... ya sabes que a mí las armas me asustan, hacen mucho ruído y además la gente se puede hasta morir.

- No te preocupes, hablo de un arma diferente, en realidad no es un arma, hablo de la palabra, convertida en poesía...pero déjame seguir...

- Vale, ahora casi lo entiendo, sigue, sigue.

Ese día también, con los poemas y los versos que se recitarán en todos los parques, en los colegios, en los supermercados, en los campos de futbol, en todos los congresos y senados de todas las naciones, en las iglesias y sinagogas, en las plazas grandes y pequeñas, y en las piscinas, en los gimnasios, por todas partes, Carlitos, con esos hermosos poemas y versos, que son un "arma secreta". La gente decidirá abandonar las ciudades, y los pueblos, se irán a vivir a los bosques que nos quedan, a los desiertos que tienen oasis. Dejarán sus coches y la luz eléctrica, dejarán de comprar leche metida en un bote que después hay que reciclar. Y se marcharán lejos. Abandonarán los ejercitos las armas y los tanques. Jamás volverá a volar ningún avión en ninguna parte. Los barcos a motor quedarán atracados en los puertos. Los niños y niñas dejarán todos sus juguetes de pilas o eléctricos, de plástico y de materiales artificiales. Sólo se llevarán, para el camino, unas cometas de miles de colores, construidas con seda y cañas de bambú.

El mundo empezará un camino hacia atrás, un camino hacia el pasado, ese lugar de donde venimos.

No habrá nunca más, ni leyes incomprensibles, ni cárceles, ni gobiernos que manden y ordenen a las gentes, cada día, inventarán una cosa diferente a la del día anterior para jugar y reir. Los semáforos de las ciudades se pondrán todos en verde y las gentes caminarán por el centro de todas las carreteras sin peligro alguno.
Las musas, con su poder, impedirán que ni una sola guerra más vuelva a repetirse. Habrá pan, agua y un lugar para dormir para todos y todas.

Habrá un día, dentro de poco tal vez, Carlitos, que el mundo será diferente.

Podría contarte muchas más cosas, porque este cuento no tiene final.
Además, cada cien años, un papá volverá a contarle a su hijo o hija la continuación de este cuento. Pero por hoy, es suficiente.

Colorín colorado, este cuento aún no ha empezado... pero podría empezar dentro de un rato.

-Papá!!! me ha encantado. Me gustaría vivir cien años, para saber cómo sigue. Pero ya empiezo a imaginar cómo puede continuar. Voy a contárselo a mamá, antes de que se me olvide. Y mañana se lo contaré a mis amigos y a mis novias, y si tengo tiempo, a lo mejor se lo cuento a mi profe.
- A mi también o me gusta este cuento hijo, si me animo igual se lo cuento al abuelo mañana... Qué duermas bien. Hasta mañana, quién sabe cuántos años viviremos...



El vecino del 4º


posdata: ojala mi madre me hubiera contado este cuento hace 99 años, sólo me quedaría uno, para saber cómo continua el cuento... sin embargo, no debo quejarme porque élla, que nunca supo leer ni escribir, me contó miles de historias, sólo recuerdo de todas ellas que siempre me gustaban, que siempre deseaba que no acabarán y no puedo olvidar como abría los ojos y la boca...


jueves, 3 de junio de 2010

Pérdida transitoria de memoria.-


El día era perfecto, la primavera se retira a sus aposentos a pasos agigantados. Los primeros avisos del verano se acercan como tambores lejanos, lentamente, pero anuncian los calores. Se han sentado en un bar a comer sin prisas, tomar algo fresco, se agradece ese sútil aire fresco. Al final de la velada beben un té mientras se devoran con las miradas. Sus manos se buscan y se atrapan y en el silencio declaran sus miedos, sus pasiones, sus secretos. El tiempo se ha detenido, ya no queda nadie en las mesas cercanas. Piden la cuenta, buscando el perdón del metre que tiene cara de "ya está bien" pero guarda los modos.


Cuando él intenta pagar. Ella se adelanta. Bien, seguramente no tendría dinero suficiente para una comida como esta.


- Bien, me voy, muchas gracias. Todo exquisito.

- Un momento señor. Tiene que pagar.

- No pagó ella ya?... la he visto sacar su cartera.

- Señor, disculpeme, ha comido sólo, reservó para dos, pero vea, la servilleta y el plato siguen intactos.

- Lo siento. Pagaré entonces. A veces tengo pérdidas transitorias de memoria. Es el trabajo. No se preocupe. Muchas gracias, todo exquisito.


Al salir del local, el bochorno y unas amenazadoras nubes apuntan a tormenta. Van unidos de la mano. Ella le besa discretamente. Y él se siente el hombre más feliz del mundo.


- Ves Manolo, te lo dije, el tipo ese era raro.


En una ciudad se pierde la memoría con más facilidad de lo que parece, las calles borran sus nombres y los semáforos, a veces, no saben bien de qué color dibujarse. Entre la primavera y el verano, en esa tierra de nadie, a veces la memoria falla.


El vecino del 4º


posdata: cuando se habla sólo con la misma pasión que cuando se está acompañado, la cosa pueda resultar pintoresca, pero pienso que no va mal. Lo peor es hablar acompañado y quien nos mira de cerca, nos sigue viendo solos...