viernes, 28 de marzo de 2008

Fuego sobre fuego.-



Estos recientes días pasados los que vivimos en ciudades grises y anónimas escapamos de ellas buscando no se sabe qué. Yo también me dispuse y sin pensarlo dos veces me vi improvisando una maleta para salir con lo mínimo. Tenía también unos días de vacaciones. Ya está bien de mirar desde una ventana, de pisar asfalto y estar pendiente del porcentaje de polución cada día. Ahora quería pisar tierra, oler tomillo y buscar en el cielo las últimas grullas.

Como si alguien desde el cielo o el infierno quisiera aguar la fiesta a tanto urbanita cambió el sol radiante del primer día de vacaciones por un viento infernal y una bajada de temperaturas inusual para estas fechas. Pero aquí, dónde yo pensaba que terminaban mis días de placer, sol y olores, empezó lo mejor.

En la vieja casa en la que me refugié de repente la chimenea pasó a tomar interés y protagonismo para mí. La vieja madera de encina que en un rincón se amontonaba se transformó y tomó vida propia. De ser un amasijo de madera reseca e inerte pasó a ser una bola de fuego intenso con colores infinitos que se entremezclaban con un olor intenso que me animó al instante. A medida que pasaba el tiempo la llama dejaba paso a unas brasas de color anaranjado y amarillento intenso. Así mantuve el fuego varios días. Las cenizas poco a poco iban haciendo una cama suave alrededor como un edredón para el fuego. De necesitar pisar tierra y buscar campo solitario pasé a estar cerca del crepitar de las llamas, del chisporroteo del fuego. Saltaban como pequeñas estrellas de fuego. Un ligero humo dibujaba figuras irreconocibles y la imaginación alentaban viejas historias. Acabé concentrando el bloc de notas, las cartas para el solitario, el vino y el queso de oveja, junto a algunas frutas y frutos secos. Es como si me hubiera decidido a atrincherarme allí mismo para el resto de días. Huyendo del viento salvaje y de la temperatura hostil. Con una agradable sensación de no necesitar nada, sentado en una confortable silla, con las mejillas sonrojadas el mundo pareció detenerse por unos instantes.

De repente entre el rojiazul del fuego y la oscuridad de la noche, de entre el humo lento surgió ella. Todo resultó inexplicable. Desnuda, exuberante, tersa, con una piel dorada del fuego y unos ojos penetrantes del más allá. Mordió con suavidad mi labio inferior. Su mano sobre mi frente quedó marcada en toda su amplitud. Nunca había probado el fuego tan cerca. Me miró de frente, su dedo índice sobre sus labios para evitar que dijera nada. Un solo soplido y allí me encontraba sobre una silla centenaria, desnudo, frente a una diosa del fuego y las sombras. Ni en sueños había encontrado un sabor tan intenso que aquellos besos.

El sudor, el fuego y los gemidos se mezclaron con la noche cómplice. El placer saltó más allá de los sueños. Cuando todo terminó y abrí al fin los ojos. Alcancé a ver su espalda, cada uno de sus lunares me resultaban ahora muy conocidos. Muy deseados.

- Qué bien te sienta el fuego . Pensé que estabas dormido cuando me senté sobre ti. Sólo quería darte un susto. Pero ha sido mucho mejor que todo eso. Cuando volvamos buscaré un pisín con chimenea.

Cuando hago el amor sueño. Cuando sueño hago el amor. Cuando no puedo dormir o hago el amor o escribo. La noche había empezado bien, un agradable sabor dulce en mis labios, acaricié su espalda ardiendo aún, mis labios sellaron con un beso su deseo. Buscaremos una chimenea en la ciudad para tener humo, brasas y fuego. Arrojé unas ramitas de lavanda al fuego. Abrí en dos, con las manos, una naranja y el silencio volvió a entremezclarse con los olores de la naturaleza.

Quiero encontrar todo esto en mi ciudad. Sé que aún es posible.

lunes, 10 de marzo de 2008

Un piano muy lascivo.



Observando, con paciencia, se recaban muchos datos aunque no siempre sirvan para algo. Hace poco tenemos una nueva inquilina, una joven que estudia música. Proviene de Berlín, tal vez del antiguo Berlín del Este, lo que le otorga un aire más que misterioso. Allí debía de ser una de las alumnas más aventajadas, pero según he podido averiguar huyó del Conservatorio en su último año. Al parecer, el profesor la miraba de una manera extraña, cada vez que se producía un acercamiento por mínimo que este fuera, inevitable estudiando piano, asiento, con asiento, hombro con hombro casi, la joven perdía el control, se sentía intimidada. Fuera o no un acosador, nunca lo sabremos, creo que hizo bien en cambiar de lugar.


Puso muchos kilómetros de distancia para olvidar aquella desagradable situación y comenzar una nueva vida. Ahora se pasa las horas ensayando, he supuesto que debe pasar una prueba especial para terminar aquí su carrera. Lleva días tocando algunas piezas increíbles, una interminable fuga de J.S. Bach, composición casi perfecta, como todo lo que hizo este músico, en otros momentos me ha parecido escuchar algo de Albéniz y algo de Falla... Trabaja una media de unas 12 horas al día. El resto del tiempo es sólo para dormir, comer, casi siempre fruta, frutos secos y algunos derivados lácteos, debe ser vegetariana.

Tiene un cuerpo estilizado, una piel blanquecina como las partituras, unas manos delicadas como los mejores secretos y su manera de moverse por la casa es como si levitara. Sus cabellos rojizos y los ojos azulados llaman la atención, en nuestro edificio la interculturalidad hace que el color que predomine sea de una piel más bien oscura y unos cabellos negros azabache por excelencia.


La otra tarde me sorprendió descubrir que tiene también carácter fuerte, a pesar de su aspecto frágil. Tres horas seguidas tocando a Bach y de repente, algo no le sonaría bien. Algo no iba como deseaba. Rompió a gritar al piano, destrozó las partituras, caminaba por toda la casa hablando en un alemán brusco, indescifrable para mí. Furia, llantos, destrozó algunos discos, algún jarrón. La rabia la dejó extenuada. Quedó profundamente dormida como un extraño ángel abrazada a un pie del piano. Estuve más de una hora esperando un final, algo tenía que ocurrir. De repente se levantó, era evidente que en un estado sonámbulo profundo. Pude ver como comenzó a dar besos y abrazos al piano. Su rostro perdido comenzó a tomar una chispa de lascivia impresionante, lamía el piano de cola como al mejor de los amantes, despojada de todas sus ropas, un cuerpo tan delicado no podía imaginarlo tan ardiente. El piano la poseyó allí mismo. Extenuada , sin abrir los ojos tras el silencio final entre amantes. Por toda la sala rompió a sonar delicadamente Satie, la Ginnossiene nº 3, se escuchó en todo el edificio, en toda la manzana. Diría que universo entero paró unos minutos para escuchar aquella música, tocada como jamás la había escuchado interpretar.


Días después fue su examen final de carrera, por lo que sé o imagino, por lo que ella misma me contó y hoy desvelo sólo en parte. Las obras sonaron perfectas, llenas de vida, como habían sido imaginadas por sus compositores en su día. El jurado inmóvil frente a ella sin pestañear, es su oficio, no pueden ni deben dejar entrever cuál será la nota final. Es como si no estuvieran en otro lugar lejano, y sin embargo están en cada nota, en cada silencio. Son implacables al mínimo error. Sin embargo aquella tarde tocar le supuso un verdadero placer. Mientras saludaba al jurado, con distancia, procuró rozar con su pañuelo blanco, delicadamente, sin que apenas se notara sobre el taburete de cuero, ligeramente húmedo tras el examen. Nadie se percató de aquello, fue su primer orgasmo en público, lástima que no pudiera gritarlo a los cuatro vientos. Borró las huellas con delicadeza pero el corazón iba tan rápido que deseaba salir de la sala para desaparecer en cualquier rincón, abrir la boca, tomar más aire y gritar aunque sólo fuera en silencio. A los pocos días se publicaron las notas. Sacó matricula de honor. Había terminado la carrera, ahora era pianista oficialmente. Empezaba lo mejor.


El vecino del 4º.

sábado, 8 de marzo de 2008

Prohibido disparar.-



...Hoy me asomo a la ventana y sólo veo horror. Un horror y un muro que parece infranqueable. Las lágrimas y el dolor apenas nos dejan ver nada. Yo también digo NO al terror de las pistolas . Apesar de la oscuridad, la desolación y el dolor...al fondo hay un solo camino... La Paz.


Vuestro vecino del 4º


Posdata: Nada es imposible.-