viernes, 26 de octubre de 2007

Cambio climático.-



Mi vecino lleva toda la vida contando, día tras día, todo lo que tiene. Ya desde pequeño era de los niños que tenía más juguetes que todos nosotros. Siempre. A la moda. Los últimos que anunciaban en T.V. A la última. En lugar de jugar con ellos, los contaba. De más mayor contaba los amigos, las nobias, los sobresalientes. Siempre jugó a ser el mejor en todo. Ya en la madurez ha ido contando las herencias que ha ido recibiendo, de las tías, de los tíos, de los abuelos, de sus padres. Tiene tanto y tanta necesidad de contarlo, para asegurarse no sé qué cosa. Que se pasa el día junto a la ventana contando sus bienes muebles, e inmuebles, sus acciones, sus participaciones, sus cuadros, sus colecciones...

Mi vecino aún no se quiere enterar que el cambio climático es uno. No es necesario contarlo demasiadas veces. Con una es suficiente. Esto va en serio. Nos dejará a todos secos. Tiesos. Sin nada. Y entonces qué contará mi vecino???...


El vecino del 4º



Posdata: Lo que ellos, los políticos, no quieran hacer, o lo que los demás no hagan, no debería impedir que uno mismo haga lo que cree que ha de hacer... no????...

miércoles, 17 de octubre de 2007

Paseo sereno y minúsculo.-





Podría querer ser el protagonista de cualquier película, el líder de una banda, el primero de la clase, el más hábil ladrón de mi barrio, el presidente de la comunidad de mi edificio...pero lo mío es otra cosa. Con poco me conformo. El sabor dulce de una puesta de sol, incluso vista entre edificios grises y tristes, el olor de la lealtad, pase lo que pase, los sueños de libertad entre mis cuatro paredes, la música de un viejo blus que se arrastra por toda la casa, ese bonsái que me acompaña, atento pero en silencio, en los últimos años...incluso estas pequeñas cosas, son demasiado.
Hoy por ejemplo he decido convertirme en un ser pequeño, minúsculo, apenas perceptible. Sin más. Ella no lo notará, le parecerá todo un sueño hermoso. Eso espero.
Voy caminando sobre su cuerpo, soy una pequeña figura, casi invisible. Haré un viaje sin prisas, sin tiempo. Todo sensaciones.

He aterrizado en la cabeza, sobre sus cabellos, una jungla de suavidad y olores afrutados. Me cuesta adentrarme y recorrer sobre la cúpula de sus pensamientos, de sus sueños, de sus deseos. Me siento a imaginar qué imagina. A soñar qué sueña. Tomo un respiro y busco la salida hacia su frente amplia. Hacia su rostro siempre iluminado por una sonrisa gratis, a cambio de nada. Salir de una jungla inmensa de cabellos y descubrir su rostro abierto me acelera las pulsaciones. Agotado por el esfuerzo reposo, unos instantes, sobre sus cejas. Perfectas. No sobra ni falta nada. No pondría ni quitaría nada. Como un niño guiño uno de mis ojos y salto hasta una de sus pestañas. Sus ojos cerrados me lo permiten, sus labios húmedos me tranquilizan. Su pequeña y juguetona lengua asoma discretamente por unos instantes y vuelve a su dulce guarida.
No puedo resistirme y me acerco a uno de sus oídos y le grito con todas mis fuerzas. Apretando las manos bien fuertes.
-Te quiero!!!!!.
El eco resuena una y otra vez con fuerza dentro de pabellón auditivo.
Ella bien sabe que dosifico esas palabras. Yo bien sé que, esta vez, no me ha escuchado. También intuyo que ahí han quedado mis palabras para siempre. Corro rápido hacia su cuello. Me han entrado prisas y me descuelgo desde su barbilla. El tobogan de muchos de mis deseos. De muchos de mis comienzos. Le muerdo la barbilla y mira hacia el cielo. Así empieza muchas veces un asalto. Sin previo aviso. Esta vez el minúsculo mordisco queda sellado ahí para siempre.

Sus pechos, erguidos, al aire, tan hermosos, tan dulces. No puedo correr. Cómo podría estar en los dos a la vez????... cómo saborear todo al instante???... Elijo el de siempre. Siempre hay uno que va primero. Siempre. Después el otro. Me cuesta escalar. Mi tamaño me está permitiendo este infinito mundo de nuevas sensaciones. Pero el esfuerzo es comparable a esas escaladas que nos cuentan en la “Dos TV”. El sudor y el cansancio no me detendrán. El viaje es desde lo más alto hacia abajo. Hacia los infinitos. Hacia el secretos de los tiempos. El corazón bombea endorfinas por demás. Envueltas con el pasado, con el futuro. Con la experiencia. Yo qué se. Continúo. La carrera se hace alocada. Sobre su vientre. Ahora llego a la meseta central hago piruetas, patino, me revuelco. Me descuelgo dentro de su milenario ombligo. No me cuesta entrar y salir. Un par de veces más, es tan divertido que el cansancio es superado por la excitación del viaje.
Sé que ahora toca llegar al centro de su universo. Descanso antes de abordar el monte de Venus. El sudor me inunda. Las pulsaciones son más altas que nunca. Humedezco mis labios, tomo aire y tiempo para poder continuar. Ya falta poco. Cruzo desde el monte de Venus, desciendo hacia el mejor sus secretos. Hacia ese lugar que siempre es diferente. Que siempre me sorprende. Que siempre me entrega sin condiciones, y yo sigo agradeciéndolo pero sin saber cómo recompensarlo. No es necesario. Ya se.
Estoy dentro de un mundo nuevo. Me dejo llevar, navego entre sus deseos, la temperatura me recuerda cosas, de un pasado impreciso, antes incluso de haber nacido. El placer es infinito. Me quedaría aquí para siempre.

- Amor. Me he despertado con un sabor a ti increíble. Más dulce que la miel. Me dirás que soy tonta, pero he soñado que estabas dentro de mí. Me quedé dormida. Lo siento. Gracias por todo. A veces creo que estas cosas no te las debería contar. Pero se me pasan por la cabeza y tú me miras así... que no puedo resistirme...
- No te preocupes. Yo también me quedé dormido. Sólo que me he despertado un instante antes que tú. No sé que he soñado, pero me he despertado como si hubiera vuelto a nacer. Hacer el amor es una manera de renacer cada día. Y por cierto, nunca dejes de decir lo que pienses. Me encanta escucharte.

La tarde arropa la ciudad dulcemente. Mi barrio sigue siendo bullicioso. Pero aquí se está tan bien.


El vecino del 4º




Posdata: No hay sueño imposible...

viernes, 12 de octubre de 2007

Amor y Sexo a ciegas.-



Ella, mi vecina del tercero "C", lleva meses que no se molesta en buscar nuevos novios. Ha roto con el protocolo de búsqueda. Ahora, sencillamente, alquila hombres, les paga, se desahoga y continúa con su vida como si nada. A mí me parece bien, yo sólo miro por mi ventana, y después aquí les cuento lo que veo. Ella les recibe sin demasiadas explicaciones, sin demasiados rodeos. Cuando abre la puerta se muestra como es. Quieta, frente la puerta, les deja que se identifiquen, su fiel perro Pirata permanece atento, yo no discutiría con él. Suele vestir colores que no llamen la atención, lo que más resalta en ella en esos instantes al verla es su bastón blanco, del que no se separa y sus gafas de sol. Siempre las lleva puesta. Ellos suelen tener una reacción de distancia o frialdad, como de quedarse un poco parados al principio. Cuando todo se aclara les deja pasar. Ellos cumplen su trabajo. A veces creo que con ella se recrean, se dejan llevar más allá. Suelo confirmar que la mayoría no abre los ojos nunca. Comprendo que tratándose de mi vecina ellos tengan ese detalle. Mi vecina disfruta de lo lindo, paga bien y exige resultados, aunque no lo exteriorice. Una vez que comienzan a desnudarla deja de dirigirles la palabras. Se centra en vivir el momento centímetro a centímetro. Es pasiva en la acción pero nadie podrá dudar de que es quien más disfruta en esos momentos. Jamás permite que le quiten sus gafas, ni quedarse sin su bastón blanco en cualquiera de sus manos.Dependiendo de cómo le vaya la economía o las apetencias, suele tener un par de visitas mínimo a la semana. Ya, desde luego, casi la tengo cogida el ritmo, para mí era fácil esperar el momento. El día que llama para un servicio se baña con mucha espuma, en lugar de la ducha rápida, se pone una ropa cómoda y fácil de quitar pero siempre muy sensual, las gafas y el bastón blanco no faltan nunca. En el último momento unas gotas de chanel nº 5 y ya está todo preparado. Después de la cita el rito también se desarrolla con precisión. Él cobra sin mediar palabra alguna. Ella paga con el dinero dentro de un pequeño sobre de papel reciclado, ligeramente perfumado, como no. Ella les despide ofreciéndoles una de sus manos que ellos siempre besan: no muerdas la mano que te da de comer decían en otras épocas, aún se repite en cierta manera, cada día. Cuando se cierra la puerta, tras unos instantes de silencio y al confirmar que el ascensor baja. Mi vecina respira como si hubiera terminado algo importante. Suele apretar las manos en señal de triunfo y da un pequeño saltito. Arroja las gafas sobre el mueble de la entrada y lanza sin piedad el bastón blanco sobre el viejo paragüero. De poco le valen ya ni las gafas, ni el bastón, corre de nuevo, esta vez toca ducha rápida, si no es tarde llamará a las amigas para salir. Llama a su fiel perro con un silbido sensual y suele terminar diciendo:
- Son como niños, juego con ellos, con esos que creen que todo lo saben, que todo lo ven. En realidad no ven nunca nada. El de hoy no estaba mal eh???? Pirata????... te has fijado que tenía tantas pecas que casi me da la risa cuando entró... tú si que eres guapo Pirata, anda ve a la cocina que te pongo la cena. Me tengo que preparar para salir y tú tienes que cuidar la casa como siempre...

El vecino del Cuarto 30 de septiembre de 2006


lunes, 8 de octubre de 2007

Imprevisto.-


Ayer fue uno de esos días extraños.
Nada que ver entre mis vecinos. No escuchaba demasiados ruídos. Todo en una calma chicha muy rara. Poco frecuente. Me cansé de ir de ventana en ventana. Tumbado en la cama el reloj avanza lentamente en un tiempo sin hora, indefinido. Cada vez este silencio me dice menos cosas. Y de repente un ruído me sobresalta. Escucho carreras en el pasillo de la entrada. Algo me levanta de la cama de un salto.

Alguien golpea con prisas pero sin excesos. Me asomo a la mirilla, con tranquilidad, sin sobresaltos. La curiosidad me vence. Veo un rostro alterado, mira a ambos lados como si alguien la siguiera, tiene los ojos rojizos como de haber llorado, el rimel corrido, el pelo alborotado y va casi vestida, algo de ropa en las manos y descalza.
Escucho en voz bajita:

-Vecino, sé que estás ahí. Ábreme la puerta. Vienen los del desaucio. Si me encuentran aquí me detienen. Me han amenazado con cárcel.

No me hago esperar. Sin hacer ruído entreabro la puerta. Es mi vecina. Lleva un par de años en el edificio y creo que no paga al dueño del piso. Pero estas cosas pasan tan amenudo que no he podido no abrir la puerta. Es necesario socorrer en estos casos. Si le hubiera pasado algo no podría quitarmelo de la cabeza.
Ella entra como una gata asustada. Mirando a todos lados, le tiembla todo el cuerpo, sudando y jadeando de miedo. Al cerrar la puerta, instintivamente ella apaga la luz de la entrada.
-Tranquila. Nadie nos ha visto. Ahora estás asalvo. Cuando se cansen de llamar al timbre se irán. Si no tienen la orden, aún no pueden abrir.

Sin mediar palabra se me abraza, unos gemidos imperceptible, un cuerpo que aletea como pájaro caído del arbol. El silencio es toda su repuesta. Yo permanezco inmóvil. Poco a poco se va tranquilizando y su cuerpo se pega más al mío.
-Tonto. Siento haberte asustado. Sé que con estas cosas no se juega. Pero no sabía cómo entrar en tu casa y pedirte azucar o sal es un tópico que nunca funciona.
Su rostro ahora parece otro. Está tan cerca de mí que no puedo evitar aceptar un beso robado.
Sin que pueda decir nada su ropa cae como las hojas en otoño. Me atrapa sobre la pared y una de sus piernas desnuda me rodea sin que pueda hacer nada. Cierro los ojos y acepto un regalo inesperado. Una boca desconocida que recorre cada rincón de mi cuerpo. Unos ojos que me devoran en cada centímetro de mi piel. Unos labios dulces y unas manos maestras. Un día que pasa a ser de gris marengo a rojo imprevisto. Ambos seguimos allí depié, gimiendo como si nos escucharan al otro lado de la puerta. Con un placer contenido todo va lento y rápido. Placer imprevisto y fuego inesperado.

- Vecino ha sido un placer. Tienes fama de ser discreto. Te felicito. Sin algún día dejo de pagar el alquiler, espero que me acojas por unos días mientras busco otro piso.

Mi mano se levanta para decir adios, ella se vuelve y su último beso en mi mejilla, aún resuena algunas noches de madrugada.

martes, 2 de octubre de 2007

La muñeca hinchable.-



Seguramente no me creereis... Pero el último inquilino, en realidad última, en mi edificio ha sido más que sorprende... Ha llegado la nueva inquilina esta misma mañana , justo el día que yo no he ido a trabajar (he puesto una buena excusa al jefe, pero perdonarme que no la cuente, por si lee todo esto, que no me extrañaría...él también es un mirón)...
En serio, no os lo creereis... pero en el tercero, el piso vacío que dejaron la anterior parejita la ha ocupado una muñeca hinchable. Como suena. Han llegado dos tipos de una empresa de mudanzas, han subido al tercero, el portero les ha abierto la puerta, yo interesado he visto todo el proceso. Han dejado un gran cajón en el salón, qué solo tenía una silla. Antes de irse uno de los señores ha visto que en el albarán decía que tenían que abrir la caja y dejar su contenido sobre la silla. Y así lo hicieron. A regañadientes y sin ganas. Un poco alucinados que estaban. Pero lo hicieron. De todas formas, deduje, que les habían pagado también que no pudieron negarse.
Dejaron a la muñeca sobre la silla, eso sí antes tuvieron que inflarla un poco, no se ponían de acuerdo de quien tenía que inflar... en fin un lío. Pero lo hicieron, insisto.
Al marcharse dejaron la puerta entreabierta y no me digais cómo pero empezó una procesión de visitas increibles. El conserje debía de saber algo... y se corrió la voz muy rápido. Qué raro no????...
Los primeros en llegar fueron Tomás y Angel, los jubilados más ancianos del edificio, y sin lugar a dudas también los más pícaros. Entraron con sigilo, llegaron al salón y tuvieron un ataque de risita floja, pero además aprovecharon para tocarla disimuladamente los pechos y alguna cosa más. Después llegaron los quinceañeros de turno que aprovecharon para hacerle un pequeño grafiti sobre uno de sus muslos.
Doña Carmen y Doña Jacinta entraron y salieron rápidamente escandalizadas, aprovecharon para poner sobre sus partes más intimas un pañito de cocina. ¡¡Ellas siempre tan recatadas y tan puritanas!!.
Más tarde algún atrevido se hizo fotos con el móvil, para enviarsela a los amigos, las chicas, tan coquetas como siempre, la pusieron una peluca y varios avalorios... en fin la mayoría de los vecinos fueron pasando. Ya entrada la noche alguien, no diré su nombre, incluso tuvo más que palabras y arrumacos con la increible muñeca hinchable.
Por desgracia a la mañana siguiente se la encontraron desinflada, en el suelo del salón, hecha unos zorros, dicen que incluso la habían cortado con unas tijeras o algo parecido en varios sitios. (se sospecha del viejo lejionario que creyó que era una de sus antigüas amantes...pero nadie dice nada...cosas).
En fin, toda una aventura pasajera. Mi edificio es así. Entran y salen personajes con mucha facilidad.

El Vecino del 4º.
(reconozco que miro... y ????)
(Texto del otro pisín, de Julio/2.007, el calor hacía estragos entre los vecinos...)

lunes, 1 de octubre de 2007

Os presento un ríncón especial...

Hace tiempo que vengo colgando miradas en la red. Son textos con el deseo de animar, de mostrar que todos miramos más allá, que todos tenemos recuerdos, sueños, deseos.
Textos que sobre todo lo que buscan es mantener la fantasía viva.
Son textos, por lo general cortos. La vida que llevamos a veces no nos deja parar demasiado tiempo en el mismo lugar. Por otra parte los que me conoceis del "otro piso", sólo algunos sabeís que también tenía un rincón especial... Allí los llamé "poemas perdidos". Con todo este follón de la mudanza. He vuelto a abrir este rincón especial en este nuevo barrio. Tal vez diferente. Los he llamado "Poemas invisibles".
Os los presento.
Además teneís una propuesta.
Espero que opineis. Que participeis.
La dirección es esta.
http://poemasinvisibles.blogspot.com/

También la teneis desde mis enlaces.

Besos desde el otro lado de la luna
Besos desde el otro lado de la ventana
Gracias por todo.
vuestro vecino del 4º