viernes, 31 de diciembre de 2010

fin de año...fin de fiesta y traca final...en fin...



En la pantalla de plasma, última generación, mil colores, sonido cuadribanda y envolvente por demás. Un señor de plástico, con una sonrisa cautivadora, pegado a una jamelga de más de uno ochenta, noventa, noventa, noventa. La aprieta con deseos más que lascivos y entre ensueños sexuales de nuevo milenio empezado, mira a los espectadores y les dice unas palabras con una naturalidad pétrea y mercantil.


- Ha sido un año intenso, un año duro, un año en el que el sistema se ha puesto a prueba. No ha sido el mejor año de nuestras vidas, pero lo hemos superado, hemos podido con él. La crisis, esas personas que lo han pasado tan mal, el mundial, los exitos en el deporte...en fin... Un año que no olvidaremos nunca. Pero en estos momentos lo que nos reune aquí son estas uvas, este excepcional cava. Las campanas van a sonar y el sonido llegará a nuestros corazones que desearán con más fuerza que nunca que mañana sea un nuevo día. Brindemos con el mejor cava del mundo, miren debajo detrás de las burbujas. No olviden estar atentos al primer mensaje publicitario de este nuevo año que va a comenzar...NO se líen con el reloj y las campanadas...El próximo año, ya está aquí, amigos y amigas, cuando se coman todas las uvas, cierren los ojos y deseen lo que más quieran, sin duda todos sus sueños se cumplirán...

- Papá qué es la crisis???...es como cuando mamá dice que vosotros también estais en crisis. Todo lo que sueño lo tendré el próximo año???...


El papá se atraganta con una uva pelada y sin huesos, tose y entre dientes dice algo que a mamá no le gusta. Ella arquea las cejas, se asegura que el rimel sigue en perfecto estado y en el televisor se escuchan las campanadas.
Un nuevo mundo nace ante los ojos de una familia feliz que tiene sueños infinitos, que vive en una casa de cristal con euros en todos los cajones, amantes en todas las esquinas y sueños hasta debajo de la moqueta. Guardan todos sus secretos junto a sus mentiras en el joyero. Viven y brindan pues, en un mundo perfecto en unos cientos de metros cuadrados.
La vida mientras tanto continúa. Mañana ya es hoy, como ayer. Los mismos rincones podridos en nuestras almas de alfileres se encojen cuando miramos hacia un horizonte incierto, en una ciudad que parece que va a ser devorada por máquinas que corren, con prisas enloquecidas, para limpiar lo más rápido posible un leve sueño pasajero de campanadas fantasmas y repetitivas.-



el vecino del 4º


posdata: sueñen mientras puedan, yo creo que me dedicaré a dibujar poemas, inconfesables, sobre el ombligo de alguna musa... y si quieren, también les puedo contar infinitos cuentos de miel y besos de azúcar con final feliz-feliz... en todo caso sueñen pero no se mientan...

viernes, 10 de diciembre de 2010

Festín real...



Cada vez que abría la botella para saciar su sed, la hija menor del monarca, de inmesos ojos azules, como los sueños del Rey Dar, su padre, la estancia se inundaba de un olor a mil rosas, además nacía del fondo del agua del recipiente un infinito ejército de libélulas vestidas como bailarinas del circo ruso. Que danzaban como posesas por toda la estancia. Sin más.

Un pánico irracional o una precavida austucia la retenía en lo más íntimo, de tal manera que no bebía aunque la sed fuera máxima. Dejaba la botella, tapada con un corcho, sobre la ventana, mirando al Sur. En lo alto del castillo aquella estancia apenas era visitada. Aguantaba sus ganas hasta la cena donde, discretamente, procuraba beber lo suficiente hasta el siguiente día.


Un día de abril, el padre visitó a su hija, el sol, las escaleras y la edad en el monarca se acusaron, todas las circunstancias a la vez. Al entrar, resoplando, apenas pudo decir.


- qué bien hija beberé agua, antes de contarte un secreto.


No tuvo tiempo de dar explicaciones a su padre. En unos instantes el olor a rosas se multiplicó, en comparación a otras veces. Las libélulas crecieron más que en otras ocasiones y vieron en aquel monarca el fecundador perfecto. En un abrir y cerrar de ojos, precipitadamente, sin orden ni concierto, muchas copularon con el rey, una de ellas decidió que era hora de devorar la presa. De terminar con la fiesta de sexo y engendro.


Cuando a la princesa le preguntaron, una y mil veces, dónde está el rey. La hija no supo qué contestar.

Cuenta la leyenda que aquel fué el último día en que cerró sus ojos y jamás volvío a abrirlos.


Vecino del 4º


posdata: en las pesadillas anidan miedos ascestrales que se transportan en el tiempo de un lado a otro, a veces sin sentido...