sábado, 27 de diciembre de 2014

pelea sobrevenida...


Se aferra a un fusil como el que se agarra a la vida sin saber para qué vivir.
Ahora en sus juegos no juega al escondite para pasarlo bien. Se esconde para cazar o evitar ser cazado. El corazón le va a más de mil por hora siempre. Sus labios se encogen de pánico, aunque jamás lo reconocerá. No puede dejar de correr en silencio para ser invisible.
Por las noches no sueña con el país de los juguetes siempre recién estrenados. Encuentra cuerpos desmembrados allá dónde se deja caer cansado de luchar cada día. 

Es un niño con arrugas de hombre viejo. Es un aprendiz más de la guerra. Una guerra también sobrevenida. 
Una guerra que se contagia como los virus que caminan sin permisos legales por toda la faz de la tierra. Intentando llegar más allá de los confines del universo. 
Envuelto en humo y niebla que mancha por dentro y por fuera. Un humo que le tatuará la piel para siempre.

el vecino del 4º

posdata: guerras malignas que impiden que los niños sueñen sueños simples y tan necesarios. Maldigo las guerras y a quienes las promueven por intereses espúrios. 





domingo, 14 de diciembre de 2014

Comunicaba.-


Busca en el bolsillo con prisas. El sudor le persigue por todo el cuerpo como un sunami que llega sin avisar. El pulso más alto de los niveles aconsejables. El sabía bien cuál era el límite. Ser cardiólogo le hacía preocuparse, en exceso, por su cuerpo. Permanentemente se estaba chequeando para confirmar que todo iba bien.

Aquella noche había operado con la doctora García Méndez. Su amante, la mujer del director del centro privado en el que trabajaba desde hacía unos meses. 

Al salir con prisas, tras el último revolcón en una de las salas médicas, a oscuras habían intercambiado sus teléfonos. Iguales. 

El siempre la negó que tuviera otras aventuras. Ella, celosa como una gata parda comprobaba sus últimos mensajes: "si cariño, cuando me tire a la frígida, la mujer de mi jefe, paso a recogerte...aún me quedarán ganas de más...pero comprende que si quiero trabajar tengo que hacerle el trabajo sucio a mi jefe....jajajajajajajja".

Desde la parada de taxis, el llamaba, enloquecido, una y otra vez. Ella comunicaba. 



el vecino del 4º


posdata:  pillado, sin remedio...al día siguiente no fue necesario que recogiera sus cosas, se las enviaron con una escueta nota: "hasta siempre, gracias, ella ahora se comporta en la cama con migo como siempre. Tengo que despedirte, según hablamos. Suerte".