domingo, 9 de agosto de 2009

Un poco tarde...





La luna era tan hermosa, tan inmensa, tan nueva, a punto de reventar de lo perfecta y llena que se ergía sobre un cielo infinito apuntalado con millones de estrellas, millones de ilusiones que cuelgan del cielo esperando que un humano, cualquiera, alcance la mano para coger de uno en uno, esos regalos, dejados sin nada a cambio por esos dioses invisibles desde hace de miles de años.


Nadie lo comprende, nadie se atreve a cerrar los ojos y gritar al cielo, dame mi deseo!!!!! ...que me lo merezco... Dame lo que es mío!!! que para eso tanto lo deseo y lo sueño!!!!...


Nadie, en su juicio sano, puede suponer que tener aquello que tanto se desea, en noches como esta , de luna llena e insultante, se puede conseguir, tan solo con cerrar los ojos y pedir lo tuyo, todo lo que se desee. Gritandolo con todas las fuerzas, pidiéndolo sin miramientos. Sin titubeos. Nadie lo intenta, son esos pequeños deseos lanzados, en silencio, hacia el firmamento, esperando acaso que el eco y el tiempo nos los devuelvan.


El sabía que tenía los días contados, tal vez las horas, tenía el corazón roto en mucho más de mil pedazos.


Ella se había ido, sin dar la vuelta. Se lo dejó bien todo bien claro.

Sólo le dijo: esto se acabó!!!. No quiero seguir así ni un minuto más. Quédate con tus malditos e inservibles versos, con tu papel de nada y tu pringosa tinta. Jamás te publicarán una línea. Tienes de poeta lo que yo de Quevedo.


Para cuando la editorial contestó que había indicadores de viabilidad para muchos de sus textos. Las malvas crecían en aquel perdido, viejo y centanario camposanto . Un nicho sin nombre en el que rezaba sólo una frase, sin nombre, sin fecha: quiso ser poeta en vida...quién sabe si más allá de los cielos o de los infiernos...