Sin cesar, una vocecita le decía en su cabeza, cada noche, cada día, a cada instante:
- La perdiste para siempre. Ahora no llores como Boabdil en Granada. Tuviste tu tiempo, la tuviste en tu mano y la dejaste marchar libre como el viento. Le distes alas y voló más alto que la última estrella, más allá de los confines imaginados.
Supo en ese instante que esa voz no era un sueño, no era el mismísimo diablo o un emisario que buscaba martirizar su alma.
Convivirá con eso. Cada vez que bebe agua se atraganta, cada vez que tose parte de sus sueños saltan al asfalto. Cada vez que dobla una esquina cree ver una mano conocida que le saluda y se le acerca.
La ciudad le está entrando por las venas porque la sangre hace tiempo que no le circula por ninguna de sus venas.
Murió el mismo día que pudo y no se atrevió a besar sus labios rojos como un atardecer.-
El vecino del 4º
posdata: un error inmenso entre el silencio, los recuerdos y la fantasía. Infinito. Doloroso como una daga que parece seguir entrando cada segundo.
dicen que este es el árbol de los errores...
4 comentarios:
"La ciudad entrando por sus venas" es una frase muy potente. Muy buena. Saludos.
muy buenas Marcos...gracias por tus visitas y tus palabras, siempre invitando a continuar con estas pequeñas historias...van y vienen de algún lugar a la mente y de la mente al teclado...
Saludos.
vecino del 4º
Doloroso, pero tremendamente hermoso, pierdo el aliento al leerte.
Saludos
Samantha
gracias Samantha...pero sigue respirando que vendrán más relatos y más fantasías si las musas son generosas como siempre...
mil saludos...
el vecino del 4º
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