lunes, 24 de noviembre de 2014

cien veces te quiero...

Le había escrito cien veces sobre su espalda te quiero, con el dedo índice mojado en agua de mar. No era un castigo, era un juego inocente, aunque no tanto. El tiempo pasaba lentamente y la tarde anunciaba sombras y secretos. Ella no dejaba de moverse acompasadamente sobre la arena, tal vez distraída, distante pero también un tanto  cómplice. 
El hielo de los vasos pedía salir pitando hacia el mar para no molestar a la parejita. El viento acariciaba los silencios y los suspiros contenidos de ambos.

Sin avisar Helena volvió, más pronto de lo previsto.

- Hola gente. Si no fuerais vosotros, diría que mi marido le está tirando los tejos a mi mejor amiga. Y que ella está esperando el momento para saltar sobre él.

Unas risitas nerviosas se las llevó el viento junto a una bolsa de frutos secos que los nenes de al lado habían dejado abandonada en la playa.

- No olvidéis nunca que al ser médica de urgencias, en cualquier momento estaréis en mis manos.

Las carcajadas de Helena rodaron mar a dentro, una broma amenazante que jamás olvidaron.


El vecino del 4º

posdata: vivieron felices y comieron perdices eternamente...cualquiera corría una aventura...jajajajajja...



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